La Universidad Laboral, situada a las afueras de Gijón (Asturias), es oficialmente el edificio más grande España (por encima del monasterio de El Escorial). Dejando a un lado ese récord anecdótico, la Laboral es un lugar realmente imponente. Construida entre los años 40 y 50 por el prestigioso Luis Moya, nació como orfanato minero y acabó siendo una gran escuela de lo que hoy llamamos "formación profesional", por la que pasaron miles de jóvenes de toda España. Posteriormente se convirtió también en instituto de educación secundaria hasta que en los años 80 y 90 fue decayendo hasta encontrarse en un estado deplorable.
La Laboral es una mezcla de obra faraónica con el estilo habitual de la posguerra (neoherreriano o neoimperial), pero también con inspiración en la arquitectura clásica.
La imagen de la Laboral se asociaba directamente al franquismo. Muchos gijoneses, empezando por sus autoridades políticas, le daban la espalda e incluso alguno quería hacerla desaparecer. Pese a su gran valor histórico y artístico, no gozaba de protección alguna. Como apunte personal, yo recuerdo ir de niño al enorme salón de actos y ver los boquetes abiertos en el suelo de los palcos.
Sin embargo algo cambió entre los políticos de la noche a la mañana y de repente La Laboral se convirtió en el proyecto insigne del entonces presidente del Principado Vicente A. Areces (de hecho se celebró aquí el homenaje tras su fallecimiento en 2019). Comenzó su rehabilitación integral en 1999 (con una inversión enorme), se declaró rápidamente Bien de Interés Cultural (cuando hay intereses políticos por medio este trámite es muy sencillo) y se convirtió en "Laboral Ciudad de la Cultura" en 2007. Se abrió un debate sobre la retirada o no de símbolos franquistas, se prohibió a los guías vincular el origen de la Laboral con el régimen, se modernizó el auditorio (aunque se cubrió la decoración original del mismo), se desacralizó la iglesia, se habilito un mirador en la torre... Hoy en día la Laboral es, en parte, Universidad de Oviedo, lugar habitual de exposiciones y conciertos, sede de la radiotelevisión del Principado, también sede del Festival de Cine de Gijón... y en definitiva uno de los lugares más visitados de Asturias. Hasta ha sido escenario de numerosas películas (con "Fuga de cerebros" se convirtió en Oxford). Sin embargo no se utiliza aún todo el espacio: está parado desde hace años el proyecto de un hotel de lujo, no se han recuperado los espacios deportivos, hay alas vacías, etc.
Ya superada la inquina que injustamente tenían algunos sobre este espectacular lugar, hace cinco años se propuso desde el ayuntamiento que se potenciase una candidatura para que la Laboral se convirtiese en Patrimonio de la Humanidad. El camino avanzó lento, con escaso compromiso, y finalmente hace un año la alcaldesa de Gijón aseguró que no estaba de acuerdo "por lo que fue" y que "la nostalgia de dónde estudiamos no puede llevar a promover cosas que no podemos desvincular de lo que significó su construcción" (no sabemos exactamente a lo que se refería, quizás estaba pensando en el Valle de los Caídos o estaba llamando franquista a Areces). Fue tal el revuelo por sus palabras, víctima de la ignorancia y sectarismo (no se vea aquí una crítica general a la alcaldesa Ana González sino sobre este asunto en concreto) que tuvo que rectificar y posicionarse a favor de la candidatura "pero sin ocultar su pasado franquista". Es curioso, ya que fue precisamente su partido quien quiso ocultar esto (y ahora reforzarlo). Obviamente no se puede (ni se quiere) ocultar su pasado franquista, ya que es simplemente su pasado y su origen, como otras muchas obras de Gijón, ciudad que conoció su mayor desarrollo en pleno régimen. Lo que fue, para bien y para mal, está asumido. Y la verdad es que precisamente este lugar aportó más cosas buenas que malas, más luz que oscuridad antes y después de la muerte del dictador. Aquí podemos ver hasta que punto los políticos de todas las tendencias se meten en fangos de los que luego les cuesta salir.
Al margen de esto, ¿es posible que La Laboral sea Patrimonio de la Humanidad? ¿Debe o se merece ser declarada con este título por la UNESCO?
La respuesta es no.
La Laboral ya tiene la más alta protección patrimonial que refleja nuestra legislación, Bien de Interés Cultural, catalogación que tardó en llegar precisamente por los prejuicios hacia este lugar. La denominación de Patrimonio mundial se reserva para lugares especialmente relevantes como testimonio de la Humanidad, pero no es un perfil vago sino muy concreto. Debemos de tener en cuenta que ni si quiera la Catedral de Oviedo, quizás una de las poca catedrales con restos prerrománicos, románicos, góticos, renacentistas y barrocos que existe en el mundo, es Patrimonio de la Humanidad (sólo su Cámara Santa). La Laboral de Gijón es un lugar espectacular que merece el prestigio que ha ganado en los últimos años, mejorar su programación, extender aún más sus usos (el proyecto original está muy congelado), pero no va a ser patrimonio de la Humanidad y, por tanto, todo el dinero que se invierta en una candidatura se va a perder.
Ahora bien, la razón por la que no puede optar a ello no es "por franquista", sino porque no se acerca al perfil de patrimonio mundial. Y eso no la hace, en absoluto, menos importante. Esos clichés que de vez en cuando, y según conveniencia, vuelven al debate público, no tienen sentido y son terriblemente dañinos para nuestro patrimonio y nuestra democracia.
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